Jueves 23 de Enero del 2025
Lectura diaria y Evangelio del 19 de diciembre del 2023. – Parroquia San José

Lectura diaria y Evangelio del 19 de diciembre del 2023.

Lectura del Día

Lectura del libro de los Jueces

Jc 13, 2-7. 24-25

En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoa. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. A esa mujer se le apareció un ángel del Señor y le dijo: «Eres estéril y no has tenido hijos; pero de hoy en adelante, no bebas vino, ni bebida fermentada, ni comas nada impuro, porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No dejes que la navaja toque su cabello, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos».

La mujer fue a contarle a su marido: «Un hombre de Dios ha venido a visitarme. Su aspecto era como el del ángel de Dios, terrible en extremo. Yo no le pregunté de dónde venía y él no me manifestó su nombre, pero me dijo: ‘Vas a concebir y a dar a luz un hijo. De ahora en adelante, no bebas vino ni bebida fermentada, no comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta su muerte’ «.

La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo y el espíritu del Señor empezó a manifestarse en él.

Evangelio del Día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 

Lc 1, 5-25

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo».

Pero Zacarías replicó: «¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada». El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: «Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí».

Palabras del Santo Padre

«De la esterilidad el Señor es capaz de volver a comenzar una nueva descendencia, una nueva vida: este es el mensaje de hoy». Por eso «cuando la humanidad está extenuada, ya no puede seguir adelante, llega la gracia y llega el Hijo, y llega la salvación». Y, así, «esa creación extenuada deja lugar a la nueva creación, podríamos decir a una “recreación”». «Me hace pensar también en nuestra madre Iglesia, en muchas esterilidades que afligen a nuestra madre Iglesia cuando, por el peso de la esperanza en los mandamientos, ese pelagianismo que todos nosotros llevamos en los huesos, se hace estéril: se cree capaz de dar a luz» pero «no puede». En cambio, «la Iglesia es madre y se convierte en madre solamente cuando se abre a la novedad de Dios, a la fuerza del Espíritu». Lo es «cuando se dice a sí misma: “yo hago todo, pero terminé, no puedo seguir adelante”» y «llega el Espíritu». «Rezar hoy por nuestra madre Iglesia, por la gran esterilidad en el pueblo de Dios: esterilidad de egoísmos, de poder». Porque «la Iglesia es estéril cuando cree que puede hacer todo, adueñarse de las conciencias de la gente, ir por el camino de los fariseos, de los saduceos, por el camino de la hipocresía». Por eso se necesita «rezar». Y hacer de tal modo que «esta Navidad» haga también a «nuestra Iglesia abierta al don de Dios», capaz de dejarse «sorprender por el Espíritu Santo»: una Iglesia «que tenga hijos, una Iglesia madre». (Homilía da Santa Marta, 19 diciembre 2014)

Fuente: www.vaticannews.va

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