Miercoles 15 de Enero del 2025
Lectura diaria y Evangelio del 21 de enero del 2023. – Parroquia San José

Lectura diaria y Evangelio del 21 de enero del 2023.

Lectura del Día

Lectura de la carta a los Hebreos

Heb 9, 2-3, 11-14

Hermanos: En la antigua alianza, el santuario estaba dispuesto de tal manera, que en una primera tienda, llamada el “lugar santo”, se hallaban el candelabro y la mesa con los panes sagrados; separada por un velo, había una segunda tienda, llamada el “lugar santísimo”.

Al “lugar santo” entraban los sacerdotes todos los días para celebrar el culto; pero al “lugar santísimo” entraba una vez al año el sumo sacerdote, él solo, llevando consigo sangre de animales para ofrecerla en expiación por sus propios pecados y por los del pueblo.

Ahora bien, cuando Cristo se presentó como sumo sacerdote que nos obtiene los bienes definitivos, penetró una sola vez y para siempre en el “lugar santísimo”, a través de una tienda, que no estaba hecha por mano de hombre, ni pertenecía a esta creación. No llevó consigo sangre de animales, sino su propia sangre, con la cual nos obtuvo una redención eterna.

Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros y las cenizas de una ternera, cuando se esparcían sobre los impuros, eran capaces de conferir a los israelitas una pureza legal, meramente exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de todo pecado, a fin de que demos culto al Dios vivo, ya que a impulsos del Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo como sacrificio inmaculado a Dios, y así podrá purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, para servir al Dios vivo!

Evangelio del Día

Lectura del santo evangelio según san Marcos

Mc 3, 20-21

En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.

Palabras del Santo Padre

El Evangelio de hoy también nos habla de otro malentendido, muy diferente, con Jesús: el de sus familiares, quienes estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura. (cf. v 21). De hecho, Él se mostraba tan disponible para la gente, sobre todo para los enfermos y pecadores, que ya ni siquiera tenía tiempo para comer. Estaba para la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer. Jesús era así: primero la gente, servir a la gente, ayudar a la gente, enseñar a la gente, curar a la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer (…) Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. (Ángelus del 10 de junio de 2018)

Fuente: www.vaticannews.va

Síguenos en facebook para mantenerte al tanto